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sábado, 5 de abril de 2014

Protectores que no protegen el estómago y que exponen el resto del cuerpo

Parece que aún hay quien no se aclara con los protectores de estómago. Ojalá consiguiéramos que dejen de ser llamados así por la población general, porque parece que en vez de un fármaco se cree la gente que es un alicatado del estómago que les protege de todo mal.

Así que a ver si aclaramos un par de ideítas.
Antiácidos, antihistamínicos tipo 2, inhibidores de la bomba de protones: son diferentes familias de medicamentos cuya misión es reducir la acidez propia del estómago.
Acidez que es necesaria, por eso es así, para hacer la digestión. Tener ardores no significa automáticamente tener un exceso de acidez.
Hacer la digestión es ir transformando el alimento que hemos comido en una sustancia de la que podamos extraer los nutrientes y absorberlos para que el organismo los utilice.
Si anulamos la acidez, habrá nutrientes que no se absorban adecuadamente: el calcio (y ya hemos hablado de la importancia del calcio en el metabolismo del hueso, por tanto en la prevención de la osteoporosis y de las fracturas), la vitamina B12 (y hay una forma de demencia y una forma de anemia que son dependientes de la vitamina B12), el magnesio (que es importante para el metabolismo del músculo, incluido el cardíaco) y el hierro (de nuevo implicado su déficit en una forma de anemia).
Además, por acidez se matan algunos microbios, por lo que si tamponamos la acidez, estamos más expuestos a sufrir infecciones por microorganismos como en Clostridium difficile, que da diarreas.
Párrafo extra no apto para hipocondríacos: parece que una toxina liberada por este microbio puede tener algún papel en la aparición de Esclerosis Múltiple. Parece, porque está pendiente de nuevos estudios que lo confirmen. Pero ahí queda eso.
Así que sí, el abuso de los mal-llamados protectores del estómago puede favorecer la aparición de osteoporosis y fracturas vertebrales, de demencias, de calambres, arritmias y de infecciones.
Puedes necesitar tomarlo en caso de sufrir úlcera gástrica, síndrome de Zollinger-Ellison (es una enfermedad del esófago), para erradicar H.pylori, que es una bacteria implicada en la aparición y mantenimiento de la enfermedad péptica, para el reflujo gastroesofágico; en mayores de 65 años o con antecedentes de esas enfermedades digestivas que requieran tomar antiinflamatorios no esteroideos, corticoides o antiagregantes.
Es decir: no por tomar muchos medicamentos, aunque tengas más de 65 años; no para cualquiera que tome algún antiinflamatorio; no porque tengas ardores. En esos casos, el riesgo es mayor que el beneficio, por lo que no están indicados.
No es por los recortes. Es porque la primera obligación de tu médico es no dañarte. Y si tenemos estudios científicos que nos confirman que estos grupos de medicamentos no son inocuos, hay que hacer balance entre los riesgos y los beneficios.
Así, si un día llegas a la consulta y tu médico te dice que deberías dejar de tomar el “protector del estómago”, ya sabes por qué es.
No te enfades. 

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